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El experimento del hambre de Minnesota

La implicancia de este experimento, nos sirve para entender cómo funciona una “alimentación restringida” que básicamente es modus operandi de la cultura de las dietas. Además, comprender la causa de algunos trastornos alimenticios. Sí: hacer dietas genera trastornos alimenticios. Ah bueno, y también te hace ganar peso, de eso puedo escribir más tarde.

Trataré de ser breve, pero un poco de historia va a ser necesaria. Estamos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que por supuesto dejó hambruna, escases alimenticia y puras cagadas en el mundo como todos sabemos. Entonces, en Estados Unidos Ancel Keys, un investigador en nutrición, quiso hacer un estudio para cooperar desde la ciencia y pensar en cómo volver a alimentar a las víctimas de guerra que estuvieron en hambruna por mucho tiempo. Además quiso ofrecer una visión de cómo el hambre altera "los cambios en la motivación, la conducta del cambio físico y, por último, los cambios emocionales, intelectuales y sociales que tan profundamente influyen en la personalidad ".

Su estudio consistió en reclutar voluntarios con la causa de salvataje de la guerra, que tuvieran una salud física y psicológica “normal”. Llegaron más de un centenar de voluntarios, de los cuales se escogieron solo 36 hombres. Los tuvieron 3 meses en fase de control comiendo aprox 3.600 calorías. Luego de eso, estuvieron 6 meses en “semi-hambruna” con ingesta de 1.600 calorías al día (para que te hagas una idea es muy similar a lo que propone Dunkan, Atkins y muchas de las dietas actuales) Tenían asignaciones de trabajo diarias, una rutina de caminar 35 km semanales, y mantener un diario. Pero aparte de la hora de comer, no había otro tipo de restricciones en su vida personal/social.

Rápidamente los hombres sintieron lo esperable (y que cualquier persona que ha hecho una dieta sabe); disminución en la energía física y en la motivación personal, apatía, irritabilidad irracional. El tema, es que conforme pasaban los meses, la cosa se puso cada vez más cuática y cruda. La comida pasó a tener un primer plano que antes no tenía, se obsesionaron con ella y empezaron a tener hábitos inusuales como hacer papillas, diluían en agua la comida, chupaban el plato. La comida se convirtió en una fuente de motivación y fascinación: recolectaban recetas, se robaban la comida, tomaban mucha agua para sentirse satisfechos, empezaron a fumar, a consumir mucho chicle. Por otra parte sus vidas personales y cotidianas pasaron a segundo plano, o no parecían importarles.

Después de terminados los 6 meses, la mayoría retomó sus vidas personales. Sin embargo, algo había cambiado: sus hábitos alimenticios. Muchos desarrollaron lo que en inglés dicen food binge, que vendría siendo esos atracones donde te comes el mundo y después te quieres morir de dolor de guata y pesadez.

En resumen, los atracones, la obsesión y ansiedad con la comida parecen ser entonces, efectos que a cualquier persona que está sometida a hambruna, ya sea voluntaria o no le suceden. Entiendo y no me extraña que este tipo de investigaciones y otras del mismo tipo no salgan a la luz pública: la enorme industria que se beneficia de las dietas se iría a la cresta. Es acá donde me pregunto por esas personas que saltan con esa moralina de no-es-saludable. Si el mundo supiera, si todos supiéramos los alcances negativos para las personas de comer de forma restrictiva, o hacer dietas, muchas cosas serían diferentes…

Los hallazgos iniciales se publicaron por primera vez en Men and Hunger: A Psychological Manual for Relief Workers en noviembre de 1944.

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