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Reflexiones sobre el cuerpo

  • Pai Saje
  • 4 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

“Un objeto es algo que puedes tomar y dejar, no tiene profundidad ni emoción alguna. Mi ser, mi ser es real y vibra con la vida”

“He probado muchas dietas y métodos para bajar de peso (Grupos de apoyo, Herbalife, masajes linfáticos/reductivos, hacer dietas altamente restrictivas, tomar pastillas para adelgazar, entre otros) por 10 años de mi vida. Con 97 kilos me sentía fatal, no me gustaba lo que veía, también me sentía con menos movilidad y me cansaba con facilidad, eso no lo podría desestimar. Como comía tanto me dolía siempre la guata y eso hacía que me mantuviera en un estado de cansancio constante. Pero nada de eso era tan terrible para mí, como ser la más gorda del grupo de mis amigas, y que ya no tenía pololos, ni pinches, ni nada.

Siempre me dijeron mis amigas que era hermosa y que belleza es 100% actitud pero yo no lo sentía y la verdad tampoco se reflejaba en mis posibilidades de salir con hombres. Así que llegó el momento que tanto evite: operarme del estómago.

Siempre me interesó el tema de la alimentación saludable, las plantas y el naturismo como forma de preservación de la salud ante tanto remedio, azúcar y cosas de mierda que el mercado nos mete hasta la fuerza para enfermar, y por eso estaba muy en desacuerdo con operarme.

Consideraba que era una huequeria de mi parte, que era algo totalmente superficial y disonante conmigo y nunca dejé de tener esa sensación. Pero mi entorno me lo sugería por todos lados, hasta familiares cercanos me dijeron que “nunca un hombre me iba a querer con ese cuerpo”, también me dijeron que “no encontraría trabajo, por que ¿Quien querría tener en un colegio de niños pequeños a una psicóloga gorda?” pues debía dar el ejemplo etc.

Así que lo hice.

Hace 6 meses me operé y escribo estas palabras a petición de mi amiga administradora de esta página Body Positive, porque me pasó algo que no imaginé pasaría. De un momento a otro pasé de ser la gorda simpática que nadie pescaba, a una mujer con alto rating en el mercado masculino. Además, comencé a recibir un refuerzo positivo impresionante de mi entorno. Gente cercana, todos opinaban de la maravilla en la que “me había convertido”, “tu vida comienza de nuevo desde ahora, ya eres otra persona”.

Quedé plop porque la verdad es que sigo siendo la misma persona de siempre. Lo que cambió fue mi imagen… Me he sentido como un objeto para los hombres, quienes se sienten con el derecho de mirarte con cara de depravados sin disimular, te agarran del brazo, te hostigan para bailar, en la calle te miran y te miran de una forma asquerosa e incómoda.

Con esto desperté a una realidad asquerosa de nuestra sociedad, porque realmente la gente te hace sentir que no vales nada si eres gorda, y que lo vales todo si eres flaca. O sea el mensaje es “ser flaca es la clave de la felicidad”

Trasmito estas palabras desde lo más profundo de mi corazón, y quiero decir que la gordura no es el problema, el problema es la su-per-fi-cia-li-dad de las personas hoy en día y de todo lo que ya sabemos (Los medios de comunicación, los estándares de belleza etc).

Creo que la verdadera bandera de lucha acá está en respetar a cada persona tal y como es sin discriminar por peso, altura, color, orientación sexual y todo lo que nos hace ser diferentes.

Te puedes ver flaca por fuera, pero las marcas quedan en el cuerpo. Las marcas del dolor vivido por las experiencias de rechazo y discriminación ante tu gordura.”

Pai Saje

 
 
 
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